lunes, 24 de noviembre de 2014

Tomás Borge: Comandante sandinista de la poesía


Por Winston Orrillo

 “empuñar los poemas como si fueran fusiles
          y los fusiles como si fueran poemas
T.B.


Estamos con el bellísimo libro de Tomás Borge (1930-2012), Poesía clandestina reunida, ofrenda editorial de su esposa, la también escritora, cantautora y actual embajadora de la Patria de Sandino entre nosotros, Marcela  Pérez Silva. 

El volumen, con elegante tapa dura, ha sido diseñado, en su atractiva carátula,  por Lucía Arellano, a base de un Retrato del Comandante TB, obra de nuestra inolvidable Etna Velarde.
Y para los que han sido impactados por el guerrero y soberbio –y pugnaz—epígrafe,  les mostramos la otra cara de la medalla: la muy intensa poesía amorosa de nuestro combatiente invencible. 

He aquí el Epigrama I, dedicado, precisamente, a Marcela:  Este es un asalto/ tu amor/ o la vida”. Y el muy completo retrato de la Editora y esposa (me resisto a poner la palabreja “viuda”) :

En la garganta un pájaro/ En el corazón un ángel/ En las manos serpientes/ prófugas de un manantial azul/ En el vientre el milagro de los panes/ En tu sexo la pequeña muerte/ La vida eterna”.

El poeta y cada vez más reconocido como perspicuo crítico, Marco Martos, señala que, la de Borge es “poesía de las esencias, de lo natural de la vida, pequeños fogonazos líricos hechos en medio de combates, de tareas de construcción, siempre marcados por la presencia del amor a la mujer, a la patria y a la revolución”.

Porque nuestro autor, podríamos decirlo, en una mano –no  sé si la derecha o la izquierda- llevaba el arma levantada contra el Establishment y, en la otra, la pluma integérrima del poeta que necesitaba dar testimonio de cómo era imposible desligar, desvincular la lucha por la felicidad del hombre, por la primacía de la justicia, por el fin de la dictadura genocida –en su caso Somoza, esa bestia apocalíptica que gobernó, con su familia de porquerizo, luego de consumar el asesinato del General de Hombres Libres, Augusto César Sandino. 

No hay, pues, divortium acuárum entre poesía, amor por la belleza de la palabra y culto a la vida y a la pasión humana, y permanente combate por el logro de las aspiraciones más entrañables de nuestros hermanos; entre las cuales, qué duda cabe, están la libertad, la justicia, la autodeterminación; y ahora, más que nunca, la defensa de la propia vida del planeta, amenazada por las desaforadas apetencias de un siniestro neoliberalismo que, para empezar, no le importa hacerse el harakiri, con tal de satisfacer sus mirajes de riqueza profundamente destructora.

Una de las insustituibles virtudes del volumen es entregarnos, de cuerpo entero, la imagen de ese combatiente mítico y medio legendario en que se había convertido el comandante sandinista, fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional, en 1961, con el inolvidable Carlos Fonseca Amador; y quien participara en todas las batallas importantes de la Revolución contra la dictadura, hasta que, en 1967, es nombrado Comandante de la Revolución.

Triunfante ya su lucha, ocupa el difícil cargo de Ministro del Interior (1979-1990) y es elegido Diputado al Parlamento Centroamericano, así como a la Asamblea Nacional de Nicaragua durante cuatro periodos consecutivos. Fue Presidente del Congreso y Vicesecretario General del FSLN, y participó, igualmente, en la fundación del Foro de Sao Paulo.

Poeta, orador cautivante, escritor y periodista, su libro La Paciente Impaciencia ganó el Premio Casa de las Américas, en 1989, y otra de sus obras fundamentales es Un grano de maíz. Conversación con Fidel Castro (1992); y entre otros, sus poemarios, La ceremonia esperada (1990) y A la sombra de un grano de sal (2009). Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán, italiano, portugués, sueco, holandés, griego, árabe, checo, ruso, ucraniano, chino y japonés.

Ha recibido numerosas condecoraciones, entre las que destacan la Orden Augusto C. Sandino; la Orden al Mérito Latinoamericano, y la Orden del Sol del Perú, en el Grado de Gran Cruz, de la República del Perú, así como numerosos doctorados honorarios de diferentes universidades de Nuestra América.

Hasta el momento de su lamentable deceso, ocurrido el 30 de abril de 2012, se desempeñó como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Nicaragua ante las Repúblicas del Perú, Ecuador Bolivia y Paraguay.

No obstante su dilatado currículum, si había algo que caracterizara a Tomás Borge, fue su sencillez y sentido del humor, su saber dónde es el límite de la grandeza humana: en el pueblo.

Por ello es paradigmático ingresar a su poema “Confesiones”, del que tomamos algunas estrofas que nos permitan encontrar el angular preciso para que nuestros lectores  sitúen al gran poeta y hombre relevante (por revolucionario) que es  Tomás Borge.

Leámoslo: “Detesto los cocteles/ las condecoraciones/ los museos de cera/ y las novelas de final atroz//Odio a los traidores/ como se odia/ el infierno/ las cadenas/ las banderas arrodilladas// Soy terco/ sentimental/ ingenuo/ desconfiado//…Me gusta el crepúsculo/ el crucifijo en la yema de los dedos/ las orejas de mis hijos, el galope de una lágrima// También las siamesas de miel/ en tus ojos…//Prefiero las metáforas/ imperfectas y locas/ las ecuaciones eróticas/ las pinturas intensas/ aunque al pie de los colores/ la firma sea desconocida…//El peligro –no se tiene idea de/ cuánto me gusta el peligro-/ La desolación de los ídolos…// Amo a los niños/ a los venados/ Amo la exactitud/ de la imperfección// Y el gobierno de los resucitados/ Y a los cachorros sonrientes/ Y a las mujeres que he amado// Si mis amigos me quieren/ pido/ me cautericen lunares/ y me estrechen la mano”.

Éste es, pues, nuestro poeta, allende el paramento oficial que su alto cargo le diera (ganado a pulso de sangre y fuego, por otra parte).

De este modo, para concluir con las caracterizaciones que él hiciera de sí mismo, nos parece congruente, la cita del siguiente poema: “Expediente”, algunos de cuyos  versos nos permiten esta tarea ímproba del adentramiento en el poeta y combatiente revolucionario sandinista, que el Perú tuvo la honra que fuera embajador de su país:

Soy un monolito/ En mí solo cabe/ la exactitud de la piedra// Soy un insólito/ pequeñísimo detalle/ del universo…// Soy un bosque redondo/ como la misma historia/ del fuego// Soy un monolito/ tuyo/ de todos

Pero fue un monolito enamorado, qué duda cabe, y, por ello, entre la multitud de poemas líricos, se nos hace difícil hallar los paradigmáticos. Veamos, sin embargo, verbi gratia:
Tus ojos”: “Me vencieron tus ojos/ Son venados/ que corren en un túnel/ hasta la meta// Donde bastan los días/ las abejas/el flujo y el reflujo/ los estremecimientos// Donde basta la luz/ retenida/ en una gota de miel/ para vivir.”

O en “La más tenue señal” en la que, en sápida amalgama, sabe trabajar el tema del amor, de la sencillez y el culto a la naturaleza, con la irrefragable militancia: 

Dame la más tenue señal/ un rasguño/ un café con leche/ el indicio de una semilla// Dame la más tenue señal/ un huevo de codorniz, una cuchara/ un rictus/ unos ojos sin neblina// Dame la más tenue señal/ un sorbo de agua/ escalada/ un ramillete de aceros/ un caracol…// Solo la más tenue señal/ despertará mi olfato/ de perro amaestrado/ y me encontrará alerta/  como un centinela//Solo la más tenue señal, me hará vivir, auténtico como la cruz/ como la hoz/ como el martillo”.

Uno de los temas, casi un leitmotiv, es el referente al entrañable amor por su familia, los poemas dedicados a sus hijos, que son de antología, y el tópico de la anticipación de que –como en todo poeta de su raigambre- se repite innúmeras veces, como en “Premonición” “Moriré ayer/ Hoy no tengo tiempo”; y en un texto tempranísimo, “Epílogo”, de 1969, que concluye espléndidamente con: “¿Mi vida?/ Llevé la muerte/ en el bolsillo/ y nunca tengo miedo de fallar/ en  lo negro del blanco” (Amén de muchísimos más que no podemos, obviamente citar por problemas de espacio).

El poemario podría, muy bien, resumirse con las palabras del querido Comandante Daniel Ortega, Presidente de Nicaragua Sandinista, quien, con ático estilo, arranca su presentación del gran poeta y combatiente revolucionario del que nos hemos ocupado hoy: 

Aquí está Tomás,/ es decir,  Nicaragua-.”

La literatura de Nuestra América tiene una deuda impagable con Marcela Pérez Silva, autora de la recopilación de los textos del comandante sandinista y artista integérrimo que es Tomás Borge. 

En el libro que tenemos entre manos --y que, por cierto debemos leer, no una sino muchas veces-- hay cuatro secciones, que reúnen sus creaciones: la primera, de 1969 a 1970, textos escritos en el exilio; la segunda, de 1972 al 78, aquellos trabajados en las difíciles, dramáticas circunstancias de la prisión, durante la lucha para el derrocamiento de la satrapía de los Somoza; la tercera, 1985 a 1980, cantos en pleno triunfo y consolidación del gobierno sandinista; y 1990 al 2012, los que corresponden a la época que viviera la autora –y musa- de esta recopilación con el querido comandante Tomás Borge, sobre quien, afirmamos, será necesaria una cabal exégesis, para realmente aprehender los mensajes y legados que nos dejara su hasta ahora no muy conocida, pero inexhaustible obra poética.

Entre los mejores estudios, actuales, sobre la poética de TBM están los textos de César Lévano y Arturo Corcuera, amén, por cierto, del lúcido, esclarecedor prólogo de Marco Martos, ex Presidente de la Academia Peruana  de la Lengua.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Gladys Basagoitia Dazza: Un océano de poesía luminosa


Por Winston Orrillo

Poesía/ mi más auténtica/ vocación// letra más letra/
           sílaba más sílaba/ gotas que se vuelven/ un río resplandeciente//
de la intuición a la perseverancia/ oir el reclamo   la emoción/
           las palabras que agujerean/ las duras paredes de la realidad
G.B.D.

El epígrafe que hemos usado para encabezar nuestro comentario a Océano de luz, reciente poemario –edición bilingüe italiano, español-- de Gladys Basagoitia Dazza nos conduce, precisamente, a uno de los ángulos en los que su libro es feraz: el de la búsqueda o prosecución apremiante de una poética, del camino que nos conduce hacia la esencia del poetizar.

Porque, en fin, de lo que se trata es que la poeta busca aprehender ese misterio –ciertamente insoluble- del origen, de la gestación de la palabra lírica.

Veamos cómo esto se repite, verbi gratia, en el siguiente texto: “Con tus ojos poesía”: con tus ojos lo invisible/ se vuelve indubitable/ un aliento/ de grandísima esperanza// ilimitadas extensiones interiores/ vencen/ al limitadísimo cotidiano/ y es urgente/ ineluctable/ iniciar el arriesgado viaje// humildemente/ me sumerjo en el misterio/ para tratar de captar/ los sutiles mensajes/ del grande juego de la vida.

Es ella, pues, la Poesía –e intencionalmente la ponemos con mayúscula- la que, como una Beatriz de Dante, la conduce –lo dice explícitamente- a través del “arriesgado viaje” que pretende llegar allende nuestras naturales limitaciones, a develar, en definitiva, “el misterio…del grande juego de la vida”.

Pero esto no es un mero decir, porque la autenticidad de esta poética la hallamos cuando la autora lo dice, explícitamente, en “Vivir el poema”: me pierdo en el dolor  y/ no sé cómo me reencuentro/ consciente de mi atroz fragilidad// recorro el enigma sin descifrarlo/ vivo el poema antes de escribirlo// ciega/ me entrego a  la luz/ subo/ pero no sé si llegaré a la cima.

Nos encontramos, pues, en lo que sería el non plus ultra de la autenticidad, cuando la autora sabe –y lo dice, lo escribe- que es la Poesía su precisa, perentoria guía, pero, a la vez, nos expresa sus dudas –existenciales- acerca que si ella será, en efecto, por su “atroz fragilidad” capaz de llegar “a la cima”. Pero, en el fondo, esto no importa: lo que sí valoramos, en demasía, es que la autora nos comunica, explícitamente, que vive “el poema antes de escribirlo”, lo que nos lleva, sin duda ninguna, a que, en este libro, la autora nos ha permitido –nos permite- aprehender la esencia de su trabajo creativo; de su persecución de la obra de arte de la palabra.

Otro elemento que no podemos preterir, es el que reconocemos en el primer verso de este poema, cuando la poeta escribe: “me pierdo en el dolor”, lo que nos conduce a las palabras prologales del gran crítico Antonio Melis quien subraya  la presencia de la palabra “luz y de otros términos que pertenecen al mismo campo semántico (sol, reluce, aurora, auroral, radiosa, resplandeciente, luminoso, etc.)”

Sin embargo, y aquí está la clave: “Pero se trata de una luz que nace, paradójicamente, de la sombra., a través de una continua dialéctica de los opuestos.”

Pues “Solo la experiencia profunda del dolor, en efecto, permite gozar con plenitud la realidad recuperada después del eclipse. `Merecer la aurora´es el título significativo de un poema, que subraya el papel activo del sujeto y nos lleva a evocar también la presencia insistente del alba en la cultura peruana del siglo XX: desde el conocido ensayo sobre El alma matinal de José Carlos Mariátegui, hasta el libro `surrealista´ Descubrimiento del alba, de Xavier Abril.”

Lo enunciado por el gran ensayista Melis, nos lleva a transcribir, precisamente, “Merecer la aurora”, poema donde se halla un leitmotiv presente en muchos de los más relevantes textos de este libro singular, publicado por Fara Editore.

Dice aquél: obligada por mi cuerpo/ vivo al día/ sin añoranzas ni lamentos/ tratando que lo torcido/ se vuelva derecho/ espero la luz segura prosigo/ lo sé bien que debo resistir/ y entregarme al sueño/ para merecer la aurora.

El volumen, por momentos, deviene en una suerte de texto que, simple pero por eso mismo grandemente, nos ayuda a vivir. Y su autora “carpa dorada” y, por momentos, “loba desgarrada”, nos ha donado, en verdad, como su propio nombre lo indica, un Océano de luz que nos permite subsistir en medio de las vicisitudes de un mundo que no hemos escogido pero que tenemos que soportar, y trascender.

Lirida paradigmática, con versos como silente infinitesimal la voz del corazón o  en lo profundo del océano te encuentro/ en el precioso índigo…Gladys Basagoitia Dazza ha logrado una madurez espléndida en este libro que, como otros de los suyos, se ha hecho acreedor a numerosos premios internacionales.

Ella es peruana, de profesión bióloga y reside en Perugia, Italia, desde hace varios años. Ha traducido poesía del italiano al español y viceversa. Y viene publicando poemarios desde 1969, así como también narrativa. En el 2005, en Perugia,  editó y tradujo Carta de Música (Centro Documentazione  “Donne del mondo”) con poemas de Rosina Valcárcel, Gloria Mendoza Borda y Ana Berta Vizcarra.

martes, 11 de noviembre de 2014

Rosina Valcárcel reúne su intensa poesía (1966-2013)


La luna/ es negra/ como el amor/ y el amor/ como la mujer
            una simple/ palmada de mano
R.V.
Por Winston Orrillo


La intensa obra creativa de Rosina Valcárcel, que hallamos en Poesía reunida (1966-2013) –Fondo Editorial de Cultura Peruana, Lima, 2014- ciertamente nos desconcierta porque, sápida, sabiamente, sabe combinar el poema breve, como el que hemos citado en el epígrafe, y este otro, bellísimo: “Odette”: en invierno/ duerme en una guitarra; o “Sobrevivir”: 

Cómo sobrevivir a la blasfemia de tus bellos ojos desplomados, con extensas obras maestras, como el poema que dedica a su padre (hay varios) pero me quedo con “Mi padre un círculo rojo”: donde hay versos tan imborrables como aquellos en los que recuerda su deceso: Hoy no puedes partir es Primero de Mayo, Día del Proletariado, natalicio de mamá y mi cumpleaños./ A las pocas horas resucita el elefante herido  y pregunta: -`¿Aún es 1º de Mayo? Vengan pronto ´y nos abraza/ Entre rosas rojas, llantos, suspiros/ Al recuperar mi color siento la tibieza de su niñez oscura/ El tiempo del piano / La transparencia de su piel mora// Solo parte al Olimpo a reunirse con sus camaradas poetas/ Con quienes caminó muy junto y rumbeó largas noches/ Al final fue un gallo rojo.

Por eso se justifica la excelente presentación, hecha desde París, por el no menos relevante poeta Jorge Nájar, quien, entre otros aciertos, señalara: “La voz que habita en esta poesía no es una máscara. Hay detrás la historia que incluye el análisis de los distintos espacios que atraviesa –la familia, los amores, el mundo exterior, sus preocupaciones íntimas-, el testimonio, la expresión estética y sentimental de una generación, junto con la visión de una época. Pero ese habitante, ese yo lírico, no sólo es ella misma. Es también otras personas, otros individuos, otras mujeres…Nacida y crecida en el seno de un círculo militante del asalto al cielo, la autora sabía bien de lo que hablaba. A sus convicciones se sumaba un estilo de vida y una naturaleza que la llevaba a pisar las calles para charlas y escuchar, para gritar y cantar, para exhibirse y ocultarse…”

Qué atinada la caracterización que Jorge hace de Rosina, cuando la llama “cartógrafa de su tiempo, de sus seísmos, de sus catástrofes, de sus objetos, de sus sueños y de sus viajes reales e imaginarios, esta voz que obstinadamente recurre a la primera persona del singular, a un `yo´ que en algunos casos tiene sonoridades masculinas aunque sea la voz de una mujer, no es solo eso. Es eso, claro, más otras emparentadas con las estrategias psicoanalíticas…”
Por eso es tan válida su conclusión. “¿Poesía social? Ni hablar. ¿Poesía sentimental? Ni de vainas. Poesía de la existencia, de la supervivencia. Poesía de la épica cotidiana. Poesía testimonio. Poesía pesadilla. Poesía sueño. Autobiografía. Y la imperiosa presencia del espejo. No está el eco herido de César Vallejo, pero sí está el ángel de Arguedas, nuestro gran Arguedas, enraizado y profundo…Está claro que ese hablante, ese yo lírico, no solo es ella misma. Es también otras…” 

Es lo que él, más adelante, denomina un “  `yo´ mutante, como es el `yo´ de cualquier ser humano, según las circunstancias, según el tiempo. Un `yo´ literario, un `yo´ político, un `yo´ generacional…”

Hace tiempo que no leía una exégesis tan atinada de obra poética alguna como la que ha realizado Jorge Nájar, en su introducción al presente volumen, con el nombre de “La poesía como arma de combate”. Pero anotamos que su título puede parecer limitativo y se queda corto ante la dimensión de su propio estudio, en el que, verbi gratia, hay incursiones como las de señalar el “yo multiplicado” de Rosina, “un `yo´ que a lo largo de años consigue crear una sinfonía de nuestros tiempos, con entonaciones añejas y ultramodernas a la vez. Añádase que muchas veces estamos ante una escritura libre en sus formas y descodificada en sus contenidos…”

Y viene aquí una disquisición sobre la importancia de la música del yaraví  en la poética de la autora y cómo la poeta, “En el nombre de todos ellos, los vivos y los muertos”, levanta su voz y da testimonio de la lucha por la existencia.”

Grande poeta del amor, nuestra RV tiene varios textos de antología, por lo que resulta difícil escoger, mas nos quedamos con uno de los iniciales: “Mariguana amor”: Fue hermoso cómo hicimos el amor/ la última noche,/ parecíamos dos monos chillones/ en su luna de miel/ murmurando sonidos extraños en un vuelo inacabable.// Mis piernas se abrían/ como un valle quieto,/  caminaste en él/ lleno de furia/ y fuiste su mejor habitante”

Aquí, además, relevamos un elemento presente permanentemente en sus mejores textos: lo cotidiano y su componente, sápido y humorístico: “parecíamos dos monos chillones”. Y, apreciamos, en “Fuegos”, el mismo tono: Amor aun cuando no vinieras, / la vida continuaría/ bella y  maldita.

Y, para concluir este rosario de citas –son tantas las bellas tentaciones que debemos ponerles coto. Pero no podemos dejar de insertar sus alusiones a nuestra patria dilacerada, aquella que tanto nos duele, y que se encuentra inmejorablemente viva en el poema “¿Quién duerme ahora?”, dedicado precisamente a esa relevante poeta que es, igualmente, Gloria Mendoza Borda. Aquí leemos Qué sentido tiene dormir  Si al margen de la orilla el país es un pálido animal decapitado ¿Puedes dormir? No…Esa noche ya tiene siglos de haber principiado y nos punzan los ojos y perciben fatiga estos pálidos cuerpos. 

Sin embargo, ajados y enfermos aquí estamos Quién sueña hoy, quién podría dormir Las hierbas secas musitan ¿Los traidores? Si dormitan es pueril su sueño Nuestro insomnio es real, mas no vano Solo velamos la patria alegre que deseamos como herencia para los infantes anónimos de aldeas y pueblos remotos, para los niños que pasan y sonríen, para los que transitan y están mudos, para nuestros hijos y su prole. Nuestro insomnio, entonces, es utópico. La cámara no miente Nuestro desvelo infringe  Contra los que tienen visión perversa  Contra los que están cavando su propia tumba extendemos el eco de nuestra guitarra al hombro. Reparemos en ese final estético: todo lo hacemos pero con  “el eco de nuestra guitarra al hombro”.

Niñez, juventud, padre, madre, hermanos, compañeros, camaradas –preseas los textos dedicados a Fidel, a Juan Pablo Chang, a los dos Victors: Jara y al 6 de Abril, de VPC.; colegas de las generaciones literarias, culto a la amistad impertérrita, realismo y surrealismo, Rosina, en cerca de diez libros, se nos da entera: con la razón y la locura, con la paz y con la guerra, con el amor y el desamor, con la ironía y el desenfado, con la música –siempre la música- y el culto al silencio reverente y desasosegado y la defensa permanente de los que Dostoievski llamara los “humillados y ofendidos”; “los de abajo” de Mariano Azuela o los “pobres de la tierra” de Martí y Mariátegui. 

No hallo mejor forma de concluir esta reseña que con una cita de uno de sus más entrañables poemas de hace 47 años (de Sendas del bosque,. La Rama Florida, Lima, 1966), y que nos dice tanto como lo que hemos –inútilmente, por cierto- intentado resumir con nuestras bastas palabras: 

“La morada”: Ante el amor/ mi voluntad se inclina./ No hallo eternidad ni paz/ fuera de este camino.

Doctora en antropología por la Primera Universidad de América, San Marcos, donde fuera catedrática principal, periodista combativa y combatiente, con obra traducida y múltiplemente galardonada, ella es una de las voces insubstituibles de la poesía que se hace en el Perú de hogaño y per saecula saeculorum.